Descripción
La ortiga de mar u ortiguilla es un alimento propio del sur de España e Italia, de sabor intenso y textura viscosa que llama la atención de todo el que la prueba.
¿Qué es la Ortiga de mar? La ortiga de mar es una anémona marina del grupo de los celentéreos que se consume como marisco. Aunque algunos pueden tener dudas sobre si es un animal o una planta, lo cierto es que pertenece al reino animal de la clase de los antozoos, al igual que los corales y las plumas de mar.
La ortiga de mar aporta un gran número de minerales y es una excelente fuente de calcio, yodo, hierro y magnesio. Además, contiene fibra que ayuda a combatir el estreñimiento, alivia el tránsito intestinal e impide la absorción del colesterol, con lo cual es un alimento muy recomendado para todos. Asimismo, tiene propiedades diuréticas que permiten eliminar toxinas y ayuda a proteger el estómago y combatir la anemia.
Este alimento es muy apreciado en la gastronomía mediterránea, especialmente en el sur de España y de Italia, donde existen variedades de platos con este producto que llama la atención por su color y textura. Su carne es muy blandita y en el plato puede llegar a verse de color verdoso. Su aspecto es viscoso y puede que algunos, a primera vista, rechacen probarla, pero, la verdad sea dicha, la ortiguilla de mar o la anémona tiene un sabor intenso a mar único y muy diferente a cualquier otro marisco.
La forma más usual de comerlas es rebozadas en harina y fritas en aceite de oliva, debido a que el crujiente del empanado hace contraste con su suave textura y su intenso sabor, aunque también se pueden comer maceradas en vinagre. De estas dos formas se puede comer como plato principal, como acompañamiento o como tapa.
Asimismo, se pueden preparar suculentos revueltos, tortillas, ensaladas, escabechados y raviolis entre otras muchas recetas.
Algunos consideran que se debe dejar reposando en agua de mar fría, con lo cual no pierden sus propiedades y luego pueden consumirse. Sin embargo, hay quienes aseguran que las ortigas frescas hay que sumergirlas y almacenarlas en vinagre y agua durante horas hasta que maceren un poco, con el fin de neutralizar su poder urticante y así sean seguras para su consumo.
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